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VALÈNCIA. En la pedanía de la ciudad de Valencia Castellar-L'Oliveral, perteneciente al distrito de los Poblados del Sur, la Comunidad Energética Castellar-L’Olivera ha surgido como un referente en la transición energética local. Esta iniciativa, fundada por vecinos y pequeños comerciantes, está redefiniendo el papel de la sociedad en el sector energético, promoviendo una participación proactiva desde una perspectiva local.
Constituida en plena pandemia, subvencionada casi en un 50% por el IVACE y con la cesión -como caso piloto de cesión de un terreno público- del tejado del Centro Cívico de Castellar-Oliveral, la Comunidad Energética Local Castellar-L’Olivera se ha convertido en la primera de su tipo en el área. La creciente demanda, con una lista de espera de más de 50 personas, subraya el interés y la relevancia de esta iniciativa, que va más allá de un cambio en la gestión de la energía para ofrecer beneficios socioeconómicos.
Esta comunidad, que empezó con alrededor de 100 socios y actualmente cuenta con 63, incluyendo la cooperativa, el teatro y la pyme "El Labrador", proyecta expandirse a 100 familias, dependiendo de la capacidad de incorporar placas en el colegio de Trinitaria. Como respuesta a la abrumadora demanda, la CEL Castellar-L’Olivera está explorando la instalación de grandes cubiertas de unos 350 metros cuadrados útiles.
El proyecto energético no solo busca cambiar la generación eléctrica o térmica, sino también mejorar la eficiencia energética y promover el desarrollo de sistemas de movilidad sostenible, con un potencial futuro para gestionar la demanda de manera más eficiente. En términos económicos, la CEL Castellar-L’Olivera estima que los nuevos miembros podrían lograr ahorros significativos en sus facturas de electricidad, con un promedio de 330€ al año para viviendas y 2.100€ al año para comercios. Además, la iniciativa tiene el potencial de ahorrar hasta 4.184 toneladas de CO2, lo que contribuiría a los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
La presidenta de la CEL Castellar-L’Olivera, Empar Puchades, expresó su satisfacción con la evolución del proyecto. A su vez, Puchades destacó la importancia de trabajar de manera conjunta, "produciendo, consumiendo y generando su propia energía". Desde el CEL invitan a la administración a adaptar tejados de edificios públicos para estas comunidades y están en conversaciones para nuevas instalaciones, para así lograr el desarrollo sostenible y la autosuficiencia energética.
Las conversaciones con ImpactE, una startup valenciana especializada en planificación energética, son prometedoras y podrían permitir la expansión de la capacidad para abastecer a nuevos miembros y satisfacer las necesidades crecientes de la comunidad. Esta empresa emergente proporciona sus servicios tecnológicos a la Generalitat Valenciana, ayuntamientos como los de València, Castellón, Barcelona, Catarroja, Paiporta o Picassent, el Instituto Valenciano de la Energía (IVE), la Universitat Politècnica de València, pequeñas y grandes empresas, como Acciona Energía y Eiffage Energía, entre otros.
Las Comunidades Energéticas Locales (CEL) son entidades jurídicas de participación totalmente voluntaria y abierta, donde el control efectivo lo ejercen miembros que pueden ser personas físicas, pymes o autoridades locales. El objetivo social por el que se rigen será ofrecer beneficios energéticos a la comunidad, de los que se derivan también importantes objetivos medioambientales, económicos o sociales hacia los miembros de la comunidad o de la localidad.
Los integrantes del proyecto –ciudadanos, pymes o autoridades locales– participan y ejercen el control estratégico y de dirección de la comunidad energética. De la misma forma, los ingresos y beneficios de estas actividades se destinan principalmente a proporcionar servicios y beneficios medioambientales o socio-económicos a los integrantes de la comunidad local o al área local.
En estas comunidades, la toma de decisiones internas está basada en gobernanza democrática, asegurando que la “autonomía” de la comunidad se mantenga. Adicionalmente, las comunidades energéticas se prestan a colaboraciones público-privada-ciudadanas, modelo de gobernanza aún poco desarrollado en España.
A pesar de estas ventajas que presenta la creación de esta clase de comunidades, la dificultad para recaudar finanzas por adelantado de los ciudadanos, pymes o autoridades locales y la falta de un marco normativo definido obstaculizan la instauración de estas sociedades.